Llega la primavera y comienzan a formarse parejas que, con un poco de suerte, sobrevivirán al verano y tal vez lleguen al siguiente y, si no es así, al menos habrán tenido un romance intenso.
Reconozco que me dan envidia. Hace años que no siento nada semejante y tampoco consigo encontrar el interés suficiente para sentir nada por nadie.
Creo que nunca he amado, aunque tal vez me equivoque. Pero, si alguna vez me preguntan qué es el amor no sabré qué contestar. Tal vez diría que es aquello que viven mis personajes. O tal vez es algo que te hace perder la razón hasta el punto de que apenas recuerdas tu nombre. Yo no lo sé.
Hoy, mientras trabajaba con Christian Black en una historia de amor de una intensidad tal que nos encogió el corazón a ambos, me pregunté cómo es posible ser capaz de expresar algo semejante sin haberlo sentido jamás. Christian, que es más pragmático que yo, me palmeó el brazo y me dijo un: "no lo dudes: somos genios". Yo me reí, pero no fui capaz de quitarme esa sensación de soledad de encima.
Es una suerte que la semana próxima regrese a mi país, porque eso me devolverá la cordura que he perdido.